Sacó de debajo del escritorio un frasco grande de boca ancha. Lo colocó sobre la mesa junto a una bandeja con piedras del tamaño de un puño y preguntó: "¿Cuantas piedras piensan que caben en el frasco?".
Después de que los asistentes hicieran sus conjeturas, empezó a meter piedras hasta que llenó el frasco. Luego preguntó: "¿Está lleno?".
Todo el mundo lo miró y asintió. Entonces sacó de debajo de la mesa un cubo con gravilla. Metió parte de la gravilla en el frasco y lo agitó. Las piedrecillas penetraron por los espacios que dejaban las piedras grandes. El experto sonrió con ironía y repitió: "¿Está lleno?".
Esta vez los oyentes dudaron: "Tal vez no", respondieron algunos. "Sí", respondieron otros.
Entonces puso en la mesa un cubo con arena que comenzó a volcar en el frasco. La arena se filtraba en los pequeños recovecos que dejaban las piedras y la grava. "¿Está lleno?", volvió a preguntar.
"¡No!", exclamaron los asistentes, que se temían que el conferenciante los engañara de nuevo.
"Bien", asintió el asesor; y cogiendo una jarra de agua de agua comenzó a verterla en el frasco y el recipiente aún no rebosaba.
"Bueno, ¿qué hemos demostrado?", preguntó.
Un alumno respondió: "Que no importa lo llena que esté tu agenda; si lo intentas, siempre puedes hacer que quepan más cosas".
"¡No!",respondió el experto. "Lo que esta lección nos enseña es que si no colocas las piedras grandes primero, nunca podrás colocarlas después".
¿Cuáles son las grandes piedras de tu vida?. ¿Tus hijos, tus amigos, tus sueños, tu salud, la persona amada?. Coloca primero lo importante y el resto encontrará su lugar".
Llevo una semana de vacaciones y, puedo aseguraros que, muchas horas las he pasado pensando en vosotros/as.
Desde hace poco tiempo he ido recorriendo vuestras casas, vuestros rincones, vuestros desvanes (cada uno denominamos de una forma diferente a nuestro blog, ¿verdad?) y noto que formo parte de vosotros, de vuestras vidas, alegrándome con vuestras alegrías y sufriendo con vuestros sufrimientos…y a la inversa…
Siento algo extraño en mi interior difícil de explicar pues ¡no nos conocemos!. Nos hemos leído, hemos intercambiado comentarios pero… no nos hemos visto nunca ni sabemos mucho de nuestras vidas, a no ser que hayamos dejado entrever algo o, los/as más valientes, hayan colgado sus fotografías. Y me he preguntado un millón de veces ¿por qué me siento tan unida a vosotros?. ¿Qué unión se ha creado aquí?
Ese día y noche de hace una semana quise despedirme de todos vosotros, uno a uno (hubo fallos de conexión y no pude con dos o tres y, hoy, desde aquí les pido disculpas). Conforme os iba escribiendo, el corazón se me iba encogiendo, a duras penas lograba contener las lágrimas, y éstas brotaban de mis ojos habiendo momentos en que me resultaba imposible continuar. Pasé la noche sin dormir, porque quería estar hasta el último momento con vosotros, con cada uno de vosotros.
Reflexionando he llegado a la conclusión de que no sé si es justo porque... ¿qué sabéis de mí?. ¿Os lo habéis preguntado alguna vez?. Sólo me conocéis, personalmente ¿tres, cuatro, cinco personas?... ¿Y el resto?. Soy mujer, sí, pero, no sabéis mi edad, ni mi estado civil. ¿Soy estudiante o trabajo?. ¿Tal vez ama de casa?. ¿Soy morena o rubia?. ¿Tengo hijos?. ¿Con quién vivo? o... ¿Vivo sola?
Nunca me habéis preguntado, nunca os ha importado. Me habéis aceptado con lo poquito que os he dado. Sin más. Y me habéis hecho infinitamente feliz. He recibido de todos y cada uno de vosotros los elogios más bonitos que podían regalarme en esta vida: vuestras palabras. Me he llegado a sentir tan cerca de vosotros, que estremece pensarlo. Y, ¿sabéis?, ahora tengo miedo. Porque, con cada entrada, con cada palabra que escribo, voy desnudando mi alma. La coraza la estáis rompiendo poco a poco. No conocéis mi envoltorio, pero vais conociendo algo mucho más importante: mi interior… y eso me asusta, porque me hace vulnerable.
Os prometí que no sería un adiós definitivo, y aquí me tenéis.
Aunque siga de vacaciones, hoy he querido estar de nuevo con vosotros. Os iré comentando en vuestros blogs, y siempre, siempre, habrá una palabra que los salpicará junto a mi nombre: ¡¡¡GRACIAS!!!