jueves, 1 de octubre de 2009

MELANCOLÍA



Hoy, al mirarme en el espejo, no me reconocí...
Estuve largo tiempo contemplando mi imagen reflejada y me pregunté: ¿Dónde está la mujer que recibió esta carta hace escasos meses?:


 
“Catedráticos y políticos intentan reclutarla en sus filas. Gentes de variado pelaje le confían sus laberintos más íntimos. Amistades de toda índole le señalan en vano libros para que reflexione. Hablando con ella se paran todos los relojes. Los operadores de telefonía móvil le estarán siempre agradecidos. Su hermana y su hija apenas dan un paso sin ella. Un tal Dany, de aspecto desvalido y mente torturada, se agarra al mundo a través de sus besos. Ella es Mar…, cuyo gancho para las personas y talento para las relaciones humanas están fuera de toda duda. Con ella ríe la vida y hasta los violines del otoño suenan menos tristes. Dice que está deprimida y por eso hay más que turbulencias en Wall Street. Ella es cálida, acogedora, desesperante, sus ojos son como los tesoros del Faraón y mirarla nunca da sueño, ha inspirado estas líneas que ya empiezan a temblar… Yo, miserable de mí, creo que no la necesito, pero… LA QUIERO”.

 
¿Dónde estás Mar?. ¿Qué te pasa?. ¿Por qué esa melancolía?. ¿Le echamos la culpa a la tristeza que produce esta estación del año?. El otoño. Los días son grises, las horas de luz se van acortando. Pronto el frío helará hasta el alma. ¿Son esas las causas de tu pesar inquieto y difuso que duele dentro y te acompaña?

¿Encontraré la respuesta en este poema de Antonio Machado?

Tarde tranquila, casi
con placidez de alma,
para ser joven, para haberlo sido
cuando Dios quiso, para
tener algunas alegrías...lejos,
y poder dulcemente recordarlas.

Es una tarde cenicienta y mustia,
destartalada, como el alma mía;
y es esta vieja angustia
que habita mi usual hipocondría.

La causa de esta angustia no consigo
ni vagamente comprender siquiera;
pero recuerdo y recordando digo:
-Sí, yo era niño, y tú, mi compañera.

Hoy, al mirarme en el espejo, no me reconocí...