CAMINA, CAMINA

Tú sabes que las flores se marchitan y que los árboles pierden sus hojas al llegar el otoño.

Tú sabes que todo es efímero, que el sol termina por morir en el rojo ocaso.

Tú sabes que la juventud es llama que se apaga, candil que se consume inexorablemente.

Aún eres joven, estás a tiempo. Camina, sin que el menor viento te tambalee, sin que nada te venza. Camina, con dolor o con alegría, con gallardía y paso firme, deja atrás la huella luminosa que marque sobre el polvo miserable la señal de tu esfuerzo y tu coraje.

No te apresures, vive paso a paso, profundamente. No te detengas tampoco, pues sería retroceder sin darte cuenta. Que tus ojos nunca se sacien de ver cosas nuevas, de otear exóticos horizontes. Aprende a soñar, sobreponiéndote a la realidad prosaica y dura. Admite ese algo enigmático en el plateado cielo de una noche de luna; a mirar con optimismo el porvenir. Alégrate cuando el alba anuncie la llegada del nuevo día y reta a esa sensación de melancolía que te invade cuando muere la tarde. Camina, camina.